Antes de adentrarnos en la readaptación deportiva, siempre debemos respetar los tiempos de curación biológica que requiere la región lesionada, ya que, si no lo hacemos, exponer dicha región a estrés y cargas que todavía no puede soportar sería un gran error.
Dicho esto y entrando en términos más específicos, los procesos de readaptación deportiva tienen varias fases que debemos diferenciar y hacer que el deportista o la persona lesionada sepa distinguirlos:
1. Vuelta a la actividad (return to participate): Fase inicial de la readaptación. Justo después del proceso de curación biológica. Momento en el que podemos empezar a hacer trabajo de movilidad o fuerza muy básica. Sin poner en riesgo la región lesionada y respetando en todo momento los mecanismos lesivos desaconsejados. En esta fase y en la siguiente, pueden aparecer molestias o dolores leves (siempre controlados).
2. Vuelta al entrenamiento (return to train): En términos generales, es la fase más larga de todas, y posiblemente la más importante. Debemos preparar la región lesionada para ir, poco a poco y siempre progresivamente, soportando las cargas que soportaba antes de la lesión. Aquí seguimos controlando los mecanismos lesivos, pero a medida que vamos avanzando en el proceso, deberemos poner en cierto riesgo la región para comprobar realmente si soporta las cargas necesarias. Hacia el final de esta fase también se empiezan a introducir tareas directamente relacionadas con el deporte específico y simulaciones de acciones concretas.
3. Vuelta al deporte (return to play): Llegados a este punto, debemos habernos asegurado de que no existe ni dolor ni molestias en ninguna de las tareas propuestas durante la fase final del entrenamiento. Aquí debemos iniciar al deportista en el entrenamiento del deporte específico, siempre progresivamente, limitando la carga de trabajo y avanzando paulatinamente hacia la actividad normal de cualquier deportista no lesionado.
4. Vuelta a la competición (return to performance): Como fase final, el objetivo es volver a rendir (o competir si se diera el caso) como si la lesión ya estuviera totalmente superada. Aun teniendo claras las diferentes fases, dentro de cada una de ellas hay elementos de vital importancia que debemos tener en cuenta.
¿Qué papel juegan los patrones de movimiento en la readaptación deportiva?
La movilidad y los patrones de movimiento son conceptos que debemos solucionar desde el principio del proceso. Sobre todo si se trata de una lesión articular, la movilidad es imprescindible para empezar con buen pie, ya que los procesos lesivos atrofian los tejidos y producen rigidez en las articulaciones.
Esto provoca que la región afectada, después de la lesión, no pueda llegar a realizar los mismos movimientos que anteriormente, aunque no haya peso ni cargas externas. Por lo que se debe llevar a cabo una reeducación de los patrones de movimiento a través de la musculatura necesaria (sobre todo en procesos lesivos de larga duración). Para todo esto es necesario el conocimiento, sobre todo, de las bases fisiológicas y motoras de nuestro cuerpo.
¿Cómo controlar la cargas de trabajo en la readaptación deportiva?
Otro aspecto muy importante es el control de cargas de trabajo. Para ello se requiere plantear una periodización o planificación de todo el proceso de entrenamiento. Es decir, tener un plan de ruta y saber lo que vamos a hacer, en qué momento queremos hacerlo y de qué manera. Después esta planificación irá variando según imprevistos que vayan apareciendo y por ello es igual de importante el feedback constante entre deportista y readaptador.
Los conocimientos y la teoría son básicos, pero cada persona y cada cuerpo és único. Lo mismo puede ocurrir con las lesiones, que en diferentes personas pueden evolucionar de maneras diferentes, por lo que deberemos estar muy atentos. Una técnica infalible para controlar dicha progresión es la monitorización. Existen métodos que nos proporcionan datos y valores tanto cuantitativos como cualitativos sobre la fuerza, la potencia, la estabilidad, la movilidad… Estos datos nos ayudan a tener una visión objetiva y realista de la evolución de nuestro/a paciente. Para controlar las cargas de trabajo, a grandes rasgos, tenemos que hacer que la musculatura afectada vaya trabajando cada vez con mayor intensidad y exigencia. No únicamente se trata de controlar las cargas externas con las que trabajaremos, sino de llevar una progresión de todas las variables que modifican el estrés que recibe la región afectada. Por ejemplo, las progresiones más comunes serían las siguientes:
• De musculatura principal a musculatura complementaria
• De trabajo bilateral a trabajo unilateral
• De cargas bajas a cargas altas
• De tareas sencillas a tareas complejas
• De ejercicios analíticos a ejercicios funcionales
Dentro del control de cargas debemos tener en cuenta también el descanso. La experiencia nos dice que hay deportistas muy implicados y comprometidos, lo que a veces nos lleva a querer entrenar demasiado. La fatiga es algo que afecta a nuestro cuerpo aun sin estar lesionados, más todavía cuando estamos exigiendo un sobreesfuerzo a la región anatómica afectada. De este modo, la musculatura que estamos trabajando durante un proceso de readaptación y que además lleva cierto tiempo por debajo de su condición física habitual, necesita descanso relativo para poder mejorar y adaptarse al entrenamiento.
¿Cuál es el factor clave en un proceso de readaptación?
Teniendo en cuenta la importancia de todos estos factores, no podemos olvidar que la piedra angular en un proceso de readaptación es el trabajo de fuerza. Además, en fases relativamente avanzadas del proceso, cuando ya se han adquirido buenos niveles de fuerza, iremos añadiendo tareas cognitivas y de propiocepción.
Este tipo de trabajo nos ayuda a poder llevar a cabo todos los esfuerzos que necesitamos soportar añadiendo otros factores como distracciones, desequilibrios o estímulos diferentes que nos proporcionan mayor control motor, mayor estabilidad y mejor condición física a nivel general.
Aspectos psicológicos en un proceso de readaptación deportiva
Igual que hay deportistas muy implicados en los procesos de readaptación, también existen casos opuestos (sobre todo en los de larga duración) donde el/la paciente pierde progresivamente la motivación y la constancia. Esto puede suponer un problema que debemos abordar.
Según Ford y Gordon (1997) y Larson, Starkey y Zaichkowsky (1996) los niveles de adherencia son un problema significativo entre los deportistas lesionados. Según Heil (1993) los deportistas con niveles bajos de adherencia al programa de rehabilitación tienen mayor riesgo de recaer en su lesión. Según Udry (1997) los niveles de adherencia suelen decaer durante el transcurso de los programas de rehabilitación largos.
Según Shelbourne y Foulk (1995) algunos deportistas tienden a ser impacientes en lo que respecta al periodo de recuperación, y no suelen ser rigurosos con el cumplimiento de los protocolos de rehabilitación establecidos. Según Taylor y May (1996) los programas basados en el trabajo realizado en casa por los deportistas tienden hacia niveles de adherencia sustancialmente menores.
La vuelta a la competición de forma segura después de una lesión es un proceso que debe abordar al atleta en todas sus facetas. El equipo de readaptación debe considerar conjuntamente los aspectos biológicos, neuromecánicos, metabólicos y psicosociales del proceso y del deportista, con especial énfasis en las fases finales de la recuperación.
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