Ésta es una pregunta muy recurrente, que se hacen los deportistas cuando sufren una lesión o les aparece algún dolor puntual, y no saben qué les va a ayudar a recuperarse antes o a mejorar sus sensaciones.
Tanto la aplicación del frío como del calor tienen efectos terapéuticos. Por mecanismos diferentes ambos pueden romper el ciclo muscular de dolor-espasmo-dolor y reducir la sintomatología, aunque existen diferentes criterios para elegir el método más indicado para cada caso.
Vamos a poner estas ideas en orden para saber cuando y como actuar frente a cualquier situación que nos podamos encontrar:
¿Cuándo aplicamos frío?
- En fases agudas 24 – 72h. Por ejemplo después de un golpe fuerte o una torcedura.
- Para frenar una hemorragia, ya sea interna (un moratón) o externa y el exceso de inflamación.
- Inmediatamente después de realizar una actividad física de larga duración
¿Cuándo aplicamos calor?
- En dolores subagudos o crónicos
- Fases de cicatrización de una lesión, ya que favorece el flujo sanguíneo
- En sobrecargas musculares y tendinosas que lleven ya tengan un tiempo de evolución
- Antes del entrenamiento
¿Cuando no es recomendable aplicar frío?
- En situaciones en que el músculo esté muy tenso/contracturado
- Directamente sobre la piel (especialmente en pieles sensibles)
¿Cuando no es recomendable aplicar calor?
- Procesos edematosos (tanto agudos como estancados)
- Dificultad de retorno venoso
- Directamente sobre cicatrices
Así pues aclaramos y desmitificamos que el calor sirve solo para las contracturas musculares y el frío para la inflamación. Cada terapia tiene su momento de aplicación en función de la lesión, del tiempo de ésta y del objetivo que estemos buscando.
De todos modos, ante la duda lo mejor es siempre consultar a tu especialista en fisioterapia de confianza y éste podrá orientarte exactamente que es lo que más te conviene en cada momento o si es necesaria una valoración para ver la importancia de la lesión. Podéis contactar-nos para más información